martes, 9 de octubre de 2012

Fábula: La hormiguita obediente



Era una hormiguita negrita, muy amable,
hacía amigos mientras trabajaba,
a todos ayudaba y con todos platicaba,
¡Ah! Y era muy obediente y afable.

Ve y trae esto
anda y lleva lo otro,
mira lo que hay en el cesto,
llévale esto a Poncho.

Reconstruye este muro,
ahora construye otro,
tira este túnel viejo 
levántalo de nuevo.

Un día, una envidiosa la observaba,
-ésta, a todos escucha y obedece,
la engañaré para que haga mal los quehaceres
y hablaré mal de ella, hasta que la echen-.

Y la envidiosa se dio a la tarea de engañarla,
y a la vez, hablaba muy mal de ella,
la hormiguita se dio cuenta de lo que pasaba
y avergonzada, salió de su nido sin dejar huella.

Tras días de buscarla, un día, enferma la encontraron,
la llevaron con delicadeza, de regreso a casa,
la cuidaron y alimentaron hasta verla sana,
la reina le dijo que por no hablar, todas se preocuparon.

No hagas caso ni supongas por las apariencias,
abusó de ti por obediente y por tu nobleza,
lo que sembraste, dieron los mejores frutos que te esperan,
recuerda siempre, que bien te conocemos y ésta es tu cosecha.

Con esto aprendió y siempre lo ha de recordar,
que por su nobleza fue conocida, querida y por obediente,
siempre que se hace un bien y no un mal,
que para ser obediente, hay que ser también muy prudente.